Necesitamos avanzar hacia la Soberanía Alimentaria
La Mesa Agroalimentaria Argentina llevó al Congreso de la Nación un paquete de leyes destinadas a fortalecer al campo que provee de alimentos al país, un sector clave para combatir el hambre que, sin embargo, es subestimado por el Gobierno en beneficio del agronegocio exportador y contaminante.
Por Diego Montón, integrante de la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) de Mendoza y del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)-Somos Tierra Vía Campesina.
Mirando los últimos 30 años del modelo de agronegocios que todavía rige en la Argentina podemos hacer varios balances. Fueron 30 años de concesiones para el capital financiero y las corporaciones en la agricultura, pero no se resolvió ninguno de los problemas, sino que se agravaron y se sumaron otros. Los agronegocios representados en el Consejo Agroindustrial y en la Mesa de Enlace no proveen alimentos accesibles para los argentinos y las argentinas, ni dólares para el Banco Central y el desarrollo.
A su vez, en esos 30 años se perdieron 8 millones de hectáreas de bosques nativos, se aumentó 1.000% el uso de agrotóxicos y se expulsaron casi 400 mil familias del campo. También se perdió soberanía por la dolarización de los costos de producción, ya que es un modelo dependiente de insumos extranjeros.
Los agroengocios requieren control y regulación del Estado, no estímulos. La deuda con el FMI es parte de la dinámica de condicionamiento de la corporaciones. Un vez más, la excusa para otorgar concesiones es la necesidad de pagar la deuda que tomó Mauricio Macri.
Centralmente, existe una gran diversidad en el campo argentino que no está representada en la Mesa de Enlace, y que produce bajo otros paradigmas. Ese sector es quien provee alimentos frescos en el mercado interno y puede ser motor de desarrollo federal para abastecer de alimentos elaborados. Sin embargo, hoy no existen políticas que se orienten en fortalecer el camino a la Soberanía Alimentaria.
Uno de los problemas es la concentración de toda la cadena y las dificultades para acceder a la tierra. El 85% de los productores solo acceden al 13% de la tierra agrícola en la Argentina. Otro de los problemas es el financiamiento, pues no hay bancos ni sistema de financiamiento para las cooperativas y los grupos asociativos de la agricultura familiar y campesina, tanto en lo referido al capital de trabajo como al desarrollo de pequeñas agroindustrias locales.
El otro tema es la visión unitaria del campo que predomina, con una concepción de homogeneidad que termina promoviendo más la concentración a favor del sector financiero. Por eso estamos proponiendo la necesidad de legislar para segmentar y diferenciar las políticas agrarias según el tipo de producción y entidad.
Desde la Mesa Agroalimentaria Argentina presentamos en el Congreso de la Nación cinco proyectos de ley para nuestro sector: Acceso a la Tierra, Arrendamientos rurales, Protección y fortalecimiento de los territorios campesinos y la agricultura familiar, Segmentación de las políticas impositivas agrarias y Financiamiento y fomento del cooperativismo y la transición agroecológica.
Apostamos a la agroecología como herramienta que permite producir con buenos rendimientos, de manera sostenible y sin insumos importados. Esto hace posible desacoplar costos dolarizados de producción y obtener productos saludables. Por eso necesitamos políticas que contribuyan a promover la transición agroecológica.
La segmentación de retenciones e impuestos permite orientar la presión impositiva en los sectores más concentrados y corporativos, aliviando a pequeños y medianos productores. Fundamentalmente, creemos que es importante que el Estado tome dimensión de la potencialidad de este otro campo, que es el que puede resolver parte de los problemas centrales que hoy aparecen en la coyuntura. En concreto, el precio de los alimentos.
¿Qué ofrece el campo concentrado al pueblo hambreado? En años con cosechas record de commodities y precios internacionales favorables por la guerra, los famosos dólares del agronegocio no aparecen y las reservas del Banco Central están vacías. Al resto de la población argentina no le llegan esos dólares que supuestamente el campo agroexportador puede garantizar.
A eso se suma que el 70% de los agrótoxicos (fertilizantes y pesticidas) utilizados en la producción son importados. Los datos son contundentes: las fumigaciones aumentaron 10 veces en 30 años, y eso implica más de 3 mil millones de dólares que salen del país solo para que ingreses esos insumos. Sin embargo, la productividad no aumentó 1.000% como el uso de agrotóxicos; solamente creció 30%.
Si además consideramos la fuga de divisas y el contrabando, es un modelo que cada vez extrae más riqueza sin retorno, porque los dólares no aparecen. Otro factor adicional es la alta dependecia de energía fósil, más la tecnología digital que ahora incorporan, todo con patente extranjera. El famoso AgTech es, en verdad, más dependencia.
Los rendimientos de soja, trigo y maíz agroecológicos son buenos, y eso es posible exportar también. De todos modos, la discusión no es dejar de exportar, sino enender la necesidad de un Estado que organice y ordene el territorio para garantizar un desarrollo equilibrado y que priorice los derechos del pueblo argentino. Desde nuestra mirada, la inversión social (como el programa Potenciar) puede orientarse hacia la producción de alimentos, fundamentalmente para el mercado local.
La realidad actual de los argentinos y las argentinas es que está difícil comer, y producir alimentos para resolver el hambre del pueblo no requiere dólares. Es la discusión que estamos dando. China, por ejemplo, logró un desarrollo porque hizo una reforma agraria profunda y la mitad de la población vive en el campo, en su tierra, y produce alimento. Con esa base China pudo lograr un desarrollo industrial ordenado y planificado.
Nuestro reclamo es que, en esa transición que necesita Argentina, los dólares destinados al consejo agroindustrial vayan a la producción de alimentos saludables para las mesas argentinas, de la mano de la agricultura familiar y cooperativa.
La Mesa Agroalimentaria Argentina es un proceso que va a continuar acumulando fuerza, experiencias y procesos, para avanzar definitivamente hacia la Soberanía Alimentaria, con arraigo rural y alimentos saludables que sean accesibles para todos y todas.