Memorias del fuego patagónico

Memorias del fuego patagónico

El recuerdo en primera persona del arrasador incendio que se llevó vidas, casas e historias hace dos años en la Comarca Andina. El dolor y las pérdidas quedan, pero todavía no aparecen respuestas judiciales ni políticas sobre el origen del fuego, que retorna como una pesadilla cada verano.

Dos años del incendio que devoró nuestras casas, chacras, animales, vidas. Dos años de reconstrucción, de renacer, de llorar, doler y sanar. El barrio no es el mismo desde entonces. La vida de cada unx de lxs vecinxs de Las Golondrinas, de la Comarca Andina, ya no es la misma. 

Todavía nos invade la angustia, brotan las lágrimas, y la fuerza, queriendo apagar el fuego, los fuegos. Todavía sentimos la impotencia de no tener responsables, de ver que los cables siguen entreverados en las ramas de los pinos. Impotencia de ver cómo siguen prendiendo fuego el bosque y sus habitantes de manera intencional. Indignación por la negligencia de quienes vienen a disfrutar de este hermoso lugar sin el respeto y cuidado que merece. 

Seguimos recordando lo que se perdió. Lo que ya no está ni podrá volver. El cuaderno con las recetas de la abuela escritas a mano, las fotografias de toda una vida, las maderas estacionadas por 40 años del luthier, las hormas de los zapatos del zapatero del barrio, aquel recuerdo invaluable que se transformó en cenizas. Los recuerdos bellos de la infancia que hoy no encuentran aquel árbol donde nos hamacábamos. 

El barrio se llenó de módulos, se reconstruyeron algunas casas, se plantaron arbolitos y flores que hoy crecen a fuerza de resiliencia. Pero ahí esta el bosque quemado, las ruinas de aquellos que no pudieron volver, los escombros de una historia que cortaron de cuajo. Hay tres vidas que ya no están. 

Hubo un aluvión policial desplegado por el entonces ministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, que no hizo más que amedrentar a lxs vecinxs mientras revolvíamos las cenizas buscando algo que referencie algún objeto personal, algo que se hubiera salvado. Vuelven los recuerdos de toda la solidaridad que llegó de tantos lados, así como el vacío estatal, la falta de empatía, la falta de soluciones y respuestas. No hay respuestas. Y la inquietud desesperante de sentir cada verano que lo que nos pasó, todavía se puede volver a repetir.

No queremos más incendios ni incendiarios. No queremos más cables aéreos chispeando entre los árboles que rodean nuestras casas. No queremos más plantaciones de pinos entre nosotrxs, ni copando las montañas donde antes vivía el bosque milenario y todos su habitantes. 

No hay justicia que nos devuelva lo que perdimos. Todavía las lágrimas intentan apagar el dolor que quedó adentro y que cada marzo brota para seguir sanando. Brotaron también amistades y vínculos solidarios que hoy siguen sosteniendo. También brotaron nuevos problemas, consecuencias de lo sufrido. El agua no brota. En Ecoaldea y Bosques al Sur, como en El Pinar, el agua todavía no llega para lxs vecinxs. Eso no cambió. El abandono estatal sigue como si nada. 

En tres oportunidades escribí a la Fiscalía de Lago Puelo y El Hoyo, a cargo de Carlos Díaz Mayer, para solicitar información sobre la investigación de las causas del incendio. Como periodista y como vecina damnificada. No hubo respuesta. Ni siquiera para rechazar el pedido. 

Este verano los incendios en la Comarca dejaron muy en claro que la situación no cambió. Que hay personas interesadas en quemar los bosques vaya unx a saber con qué intenciones: inmobiliarias, extractivas, forestales, políticas. Que hay negligencia por parte del Estado que provoca nuevos incendios, poniéndonos en riesgo constante ante cualquier viento que sople por estas épocas de sequía y calor. Ya no es temporada de verano en la Comarca, sino temporada de incendios la que comienza cada año.

Mientras los brigadistas siguen siendo considerados empleados administrativos, sin que se les reconozca la inmensa tarea de poner el cuerpo para salvar nuestras casas, y éste, nuestro hogar, territorio que nos cobija y seguiremos defendiendo, así como nos dejaron, con lo puesto.

Hoy nos volvemos a abrazar entre lxs vecinxs. Seguimos de pie, seguimos sembrando, seguimos construyendo nuestras casas, rogando que el recuerdo no vuelva a aplastarnos los sueños.